La situación parece desesperante. La ofensiva de las derechas y de las extremas derechas ocupa el espacio y las mentes. Se despliega en los medios de comunicación y pretende expresar la derechización de las sociedades. No hay nada de eso y nada está jugado. Las sociedades resisten y la contradicciones están a la vista; son ellas las que determinan el porvenir.
Para entender la situación, volvemos a la cita de Antonio Gramsci."El viejo mundo se muere, el nuevo mundo tarda en aparecer y en este claroscuro surgen los monstruos" [1].
En este contexto, la estrategia de los movimientos sociales que quieren llevar un proyecto de emancipación tiene que articular urgentemente una respuesta y la construcción de un proyecto alternativo de futuro. Al mismo tiempo tienen que luchar en contra de los monstruos y comprometerse en la construcción de un mundo nuevo.
El viejo mundo se muere
Los choques financieros de 2008 confirman la hipótesis del agotamiento del neoliberalismo. El recalentamiento climático, la disminución de la biodiversidad, las poluciones globales, confirman el agotamiento del productivismo. Existen hipótesis que parten del agotamiento del capitalismo como modo de producción hegemónico. Está claro que el sistema sucesor del capitalismo no será forzosamente justo y equitativo, sin embargo la Historia no está escrita y tampoco es lineal.
En el Foro Social de Belém, en 2009, se produjo una convergencia de movimientos; los movimientos de mujeres, los movimientos campesinos, los movimientos ecologistas y los movimientos de los pueblos amazónicos expresaron con fuerza un nuevo punto de vista. Afirmaron que, si se trata de volver a definir las relaciones entre la especie humana y la Naturaleza, no se trata sólo de una crisis del neoliberalismo o del capitalismo, sino de una crisis de civilización, la misma que desde hace cinco siglos ha puesto por delante la modernidad occidental y ha propiciado algunos de los aspectos de la ciencia contemporánea.
La situación se caracteriza por la permanencia de las contradicciones. La crisis estructural articula cinco contradicciones mayores : económicas y sociales, con las desigualdades sociales y las discriminaciones; ecológicas con la destrucción de los ecosistemas, la limitación de la biodiversidad, el cambio climático y la puesta en peligro del ecosistema planetario; geopolíticas con las guerras descentralizadas y el ascenso de potencias nuevas; ideológicas con la interpelación de la democracia, los brotes xenófobos y racistas; políticas con la corrupción nacida de la fusión de lo político y lo financiero, que nutre la desconfianza hacia la política y anula su autonomía. La derecha y la extrema derecha llevan una batalla en pro de la hegemonía cultural, desde el fin de los años 1970, en contra de los derechos fundamentales y en particular contra la igualdad, contra la solidaridad, a favor de las ideologías de la seguridad, a favor de la descalificación - amplificada desde 1989 - de los proyectos progresistas. LLevan ofensivas sobre el trabajo por medio de la precarización generalizada; contra el Estado social por la mercantilización, la privatización y la corrupción generalizada de las clases políticas; sobre la subordinación de la digitalización a la lógica de la financiarización.
Los nuevos monstruos
A partir de 2011, los movimientos cuasi insurreccionales de ocupación de las plazas atestiguan la repuesta de los pueblos a la dominación de las oligarquías. A partir de 2013, la arrogancia neoliberal retoma la iniciativa y confirma las tendencias emergentes desde finales de los 70. Se reafirman las políticas dominantes, de austeridad y de ajuste estructural. La desestabilización, las guerras, las represiones violentas y la instrumentalización del terrorismo se imponen en todas las regiones. Las corrientes ideológicas reaccionarias y los populismos de extrema derecha están cada vez más activos. Los racismos y los nacionalismos extremos alimentan las manifestaciones en contra de los extranjeros y los emigrantes. Revisten formas especificas como el neoconservadurismo libertario en los Estados Unidos, las extremas derechas y las diversas formas de nacionalsocialismo en Europa, el extremismo yihadista armado, las dictaduras y las monarquías petroleras, el hinduismo extremo, etc. Pero, a medio plazo, todo está por ver.
Tenemos que preguntarnos sobre estos monstruos y los motivos de su emergencia. Se apoyan sobre los miedos alrededor de dos vectores principales y complementarios: la xenofobia y el odio a los extranjeros; los racismos en sus diferentes formas. Es preciso subrayar una ofensiva particular que toma las formas de islamofobia, desde que, después de la caída del muro de Berlin, el "islam" fue instituido como el enemigo principal en el "choque de civilizaciones".
Esta situación resulta de una ofensiva llevada con constancia desde hace cuarenta años por las extremas derechas, para conquistar la hegemonía cultural. Descansa principalmente en dos valores. Primero, contra la igualdad, declarando que las desigualdades son naturales. Y además en pro de las ideologías de seguridad considerando que sólo la represión y la restricción de las libertades pueden garantizar la seguridad.
El endurecimiento de las contradicciones y de las tensiones sociales explican el surgimiento de formas extremas de afrontamiento. El endurecimiento empieza por la lucha de clases y se extiende a todas las relaciones sociales. El archimillonario Warren Buffet declara con tranquilidad : "algunos dudan que exista una lucha de clases; claro que hay una lucha de clases, y es mi clase la que está ganándola". La financiarización ha aumentado las desigualdades y la casta de los muy ricos se ha restringido. Las llamadas clases medias han aumentado, pero la precarización afecta y produce inseguridad en una parte de ellas.
La voluntad de acumulación de riquezas y de poderes es insaciable. Frente a esta desmesura, se observa un refugio con la vuelta de lo religioso esperando que podrá templar las insoportables derivas. La confianza en una regulación por el Estado está muy dañada. La clase financiera ha logrado subordinar a los Estados. Y el proyecto de socialismo de Estado se ha hundido en las nomenclaturas y en las nuevas oligarquías.
La situación es inestable. ¿ Cómo creer que un mundo donde 62 personas, 53 hombres y 9 mujeres, poseen tanto como 3,5 mil millones de personas puede durar indefinidamente ? La voluntad de imponer la reproducción de la situación y el miedo a las revueltas se traducen en el aumento de la violencia, las represiones y las guerras.
Pero, hay también otro motivo para esta situación, que es el miedo a la aparición de un nuevo mundo. Los nuevos monstruos saben que su mundo está cuestionado; para salvaguardar sus posiciones y sus privilegios, instrumentalizan el miedo del porvenir, el temor a la revuelta de las sociedades que va marcar el futuro.
El nuevo mundo que tarda en aparecer
¿ Cuál es este nuevo mundo que tarda en aparecer ? Un nuevo mundo que puede asustar a los ricos y que los movimientos sociales se resisten a percibir.
La propuesta es estar atentos a las revoluciones en curso. Hay varias revoluciones en curso, pero están inacabadas. Y sus desenlaces son inciertos. Nada permite afirmar que no serán aplastadas, desviadas o recuperadas. Por lo tanto, cambian el mundo; también son portadoras de esperanzas y marcan ya el porvenir y el presente. Son revoluciones de larga duración cuyos efectos se inscriben sobre varias generaciones.
Para ilustrar este aspecto, partamos de cinco revoluciones en curso, que están, recordémoslo, inacabadas. Se trata de la revolución de los derechos de las mujeres; de la revolución de los derechos de los pueblos; de la revolución ecológica; de la revolución digital; de la revolución de la población del planeta.
La revolución de los derechos de las mujeres es la más impresionante. Pone en cuestión relaciones milenarias. Las luchas por los derechos de las mujeres siempre han existido. El reconocimiento de los derechos de las mujeres ha progresado muchísimo a lo largo de los últimos cuarenta años. Se puede medir progresivamente los cambios que suscita. Esta revolución está inacabada y comporta resistencias muy violentas. Se puede constatar a través de la violencia de las reacciones de ciertos Estados a cualquier idea de liberación de las mujeres y a través de la resistencia de todas las sociedades al cuestionamiento del patriarcado. La revolución de los derechos de las mujeres ya ha provocado un gran cambio en la estrategia de los movimientos; es el rechazo de subordinar a otras luchas la lucha contra la opresión de las mujeres. Su rechazo de considerar su reivindicación como una contradicción secundaria ha sido recogido por todos los movimientos y expresa el reconocimiento de la diversidad de los movimientos sociales y ciudadanos.
La revolución de los derechos de los pueblos también es notable. Está inacabada y enfrentada con las tentativas de reestructuración de las relaciones imperialistas. La segunda fase de la descolonización ha comenzado. La primera fase, la de la independencia de los Estados ha tocado sus limites. La segunda fase es la de la liberación de los pueblos. Se abre sobre nuevas cuestiones con los derechos de los pueblos que toman diferentes denominaciones; indígenas, primeros, autóctonos. Renuevan el tema de las identidades con la irrupción de las identidades múltiples, como las calificó el poeta Edouard Glissant. Interpela la relación entre las libertades individuales y las libertades colectivas.
La revolución ecológica se sitúa en sus comienzos. Revoluciona la comprensión de las transformaciones y del sentido del cambio. Introduce la noción del tiempo finito y la noción de los limites en comparación con el crecimiento ilimitado. Vuelve a cuestionar todas las concepciones del desarrollo, de la producción y del consumo. Vuelve a imponer el debate sobre le relación de la especie humana con la Naturaleza. Interpela sobre los límites del ecosistema del planeta. La revolución ecológica es una revolución filosófica que trastoca las más asentadas certidumbres.
La revolución digital es una parte determinante de una nueva revolución científica y técnica, combinada particularmente con la de las biotecnologías. Abre muy importantes contradicciones sobre las formas de producción, de trabajo y de reproducción. Impacta la cultura empezando a alterar áreas tan vitales como las del lenguaje y la escritura. Por el momento, la financiarización ha logrado instrumentalizar los cambios de lo digital, pero las contradicciones permanecen abiertas y profundas.
La revolución de la población de la planeta esta en gestación. Todos los grandes cambios históricos tuvieron unas consecuencias sobre la población del planeta. Tenerlo en cuenta permite evitar calificar las cuestiones de las migraciones y de los refugiados como una crisis migratoria que se podría aislar y que acabaría por reabsorberse. Los cambios en la población del planeta prolongan las rupturas anteriores. La de la urbanización y del armazón urbano mundial con la multiplicación de los barrios precarios. El cambio climático no aumentará unidamente las migraciones medioambientales. La subida del nivel del mar podría alcanzar hasta un metro de aquí al final del siglo. Según las Naciones Unidas, el 60% de 450 áreas urbanas de más de 1 millón de habitantes en 2011 - aproximadamente 900 millones de individuos - estaría expuesto a un riesgo natural elevado. La escolarización de las sociedades modifica los flujos migratorios. Los diplomados que emigran permanecen en contacto con su generación a través de internet. Los demás se unen a los desempleados ya diplomados, nueva alianza entre los niños de las clases populares y los de las clases medias. Los movimientos sociales intentan articular las luchas para los derechos a la libertad de circulación y de asentamiento con las luchas por el derecho de quedarse vivir y trabajar en su país. Confirman que el deseo de quedarse en su país es indisociable del derecho a marcharse. La propia noción de identidad es interpelada por la evolución de los territorios y por el mestizaje de las culturas.
El necesario pensamiento estratégico
Los movimientos sociales y ciudadanos deben adaptar su estrategia a la nueva situación. Todo pensamiento estratégico se edifica sobre la articulación entre la urgencia y la construcción de un proyecto alternativo. La urgencia es la resistencia a los nuevos monstruos. Pero para resistir, es necesario un proyecto alternativo.
El proyecto alternativo está empezando a configurarse. Desde 2009, en el Foro Social Mundial de Belém ya mencionado anteriormente, la propuesta que se configura es la de una transición ecológica, social, democrática y geopolítica. Esta propuesta combina la toma de conciencia de las grandes contradicciones y la intuición de las grandes revoluciones inacabadas en proceso.
Debemos insistir sobre la idea de transición, que a menudo es utilizada a contracorriente como una propuesta dilatoria. La propuesta de transición no se opone a la idea de revolución, sino que rompe con una de las concepciones de la revolución, la de la gran noche; inserta la revolución en un tiempo largo y discontinuo. Subraya que en el mundo de hoy ya surgen nuevas relaciones sociales, como las relaciones sociales capitalistas surgieron, de manera contradictoria e inacabada, en el mundo feudal. Esta concepción otorga un nuevo sentido a las practicas alternativas que se buscan y que permiten, allí también de manera inacabada, aclarar y preparar un proyecto alternativo.
Unas de la dificultades de esta época concierne a la articulación entre la resistencia y el proyecto alternativo. La lucha de clases es, sin duda, el elemento clave de la resistencia y de la transformación. Todavía es preciso volver a definir la naturaleza de las clases sociales, de sus relaciones y de las luchas de clases. En la concepción dominante de los movimientos sociales, la revolución social debía preceder y caracterizar a las otras revoluciones y liberaciones. La importancia de las otras cinco revoluciones en proceso interpelan a la revolución social y el retraso de la revolución social interpela de vuelta a las otras revoluciones.
Tenemos que volver a la urgencia y a la resistencia contra los monstruos. Subrayando al mismo tiempo la importancia y la necesidad de construir un proyecto alternativo. No es secundario comprender cómo el miedo del nuevo mundo actúa sobre la aparición de los monstruos. Tomemos un ejemplo con un votante de Trump, de clase media, blanco, en los Estados Unidos profundos; cuando mira a su alrededor, ve que los indios siguen ahí, que los negros no aguantan más el racismo, que los latinos son cada vez más numerosos y a veces mayoritarios, y que las mujeres no quieren dejarse dominar. ¡Acaba por ver que su América soñada no tiene futuro y está listo para tomar sus rifles para disparar !
En realidad, las sociedades resisten más de lo que pensamos a la derechización de las élites y de los medios de comunicación. Se puede comprobar. En Hungría, el refrendo contra los extranjeros no pudo ser validado, porque a pesar de las presiones, solo el 37% de la población fue a votar para esta consulta. En Polonia, las manifestaciones masivas obligaron a dar un paso atrás a quienes querían prohibir el aborto. En Francia, dos tercios de los franceses/as se oponen a la derogación de las leyes del matrimonio para todos. Un sondeo en 5 países europeos enseña que, según los países, del 77 al 87% de las personas sondeadas están de acuerdo par fortalecer las leyes contra las discriminaciones, y que a pesar del delirio anti-migrantes, del 55 al 69% de los sondeados son favorables a la regularización de los sin papeles teniendo un contrato de trabajo. Un sondeo de Amnistía Internacional en 27 países enseña que, a pesar de los discursos anti-refugiados en 20 de los 27 países, más del 75% de los sondeados están en favor de la acogida de los refugiados.
Cuando pueden expresarse, las sociedades son más abiertas y tolerantes, al contrario de lo que nos quieren hacer creer las corrientes de extrema derecha y los medios de comunicación que las difunden. Pero, esta resistencia no se muestra claramente, no se traduce en una adhesión a un proyecto progresista, expresando así la ausencia de un proyecto alternativo creíble. No es tanto que "la derecha" triunfe como que "la izquierda" se hunde.
Así que debemos resistir, en lo inmediato, paso a paso, y aceptar comprometerse a largo plazo. Esta resistencia pasa por una amplia alianza con todas aquéllas y todos aquéllos - y son mucha gente - que piensan que la igualdad es mejor que las desigualdades, que las libertades individuales y colectivas deben ser ensanchadas al máximo, que las discriminaciones llevan al desastre, que la dominación lleva a la guerra, que es preciso salvaguardar el planeta. Esta batalla sobre los valores pasa por el cuestionamiento de la hegemonía cultural del neoliberalismo, del capitalismo y del autoritarismo. Podemos demostrar que resistir, es crear. Podemos luchar por cada una de las revoluciones inacabadas, a través de las movilizaciones y de las prácticas alternativas, para evitar que sean instrumentalizadas y sirvan para reforzar el poder de una élite, antigua o nueva.
Los años próximos serán sin ninguna duda muy difíciles y las condiciones también muy duras. No obstante, a escala de una generación, nada está jugado, todo es posible.