One Belt, One Road (OBOR) de China tiene por objeto desarrollar la cooperación, el comercio y las redes de infraestructuras entre Asia, África y Europa mediante la creación de un Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y una Ruta de la Seda Marítima.
Desde que esa estrategia de desarrollo se propuso por primera vez a finales de 2013, ha atraído cada vez más la atención mundial, ya que cada vez son más los países que han firmado diversos acuerdos de cooperación con China relacionados con el proyecto. Descrita como una forma de "globalización 2.0", la iniciativa tiene el potencial de tener un impacto significativo en la economía mundial al mismo tiempo que expande aún más los intereses políticos y económicos de China a nivel internacional.
Mientras que muchos gobiernos y empresas han acogido con agrado la política de oportunidades y han desarrollado estrategias para extraer los mayores beneficios para los intereses de las élites políticas y el capital, desde la perspectiva de los impactos sobre la gente común y el mundo en el que vivimos, la política es digna de escrutinio. Una de las áreas en las que deben plantearse preocupaciones importantes se refiere a lo que la globalización promovida por China a través de OBOR podría significar para el medio ambiente.