“La expresión política de la identidad catalana es demasiado persistente e intensa como para desvanecerse anónima en una única polis y, en democracia, rotas las ataduras del miedo, el proyecto unitario de España presenta otras debilidades añadidas que cumple no agitar (País Vasco, Galicia…)”. Este diagnóstico de un exministro socialista de Justicia, Francisco Caamaño, viene a sintetizar la constatación del fracaso histórico del nacionalismo español dominante no sólo en torno a la cuestión catalana, sino también en su proyecto de asimilación de la diversidad nacional y cultural existente dentro del Estado español.