El cambio de postura de la organización israelí "B’Tselem", que ahora se refiere al régimen de las zonas bajo control israelí como "apartheid", ha desencadenado muchos debates sobre las razones de este cambio de postura y su recepción a nivel internacional. De hecho, se explican por la influencia de los intereses políticos israelíes, estadounidenses y europeos en el trabajo y las motivaciones de las instituciones de derechos humanos. Las organizaciones israelíes, aunque se oponen al gobierno, siguen regadas por la ideología sionista. Consideran que la defensa de los derechos humanos es un medio para reforzar la posición de Israel y promover la idea de un Estado judío "democrático".
La posición de B’Tselem es, por tanto, más parte de una batalla interna israelí contra el gobierno que un desafío a la esencia racista y colonial de Israel. Esta ausencia de crítica radical, la defensa de los intereses de Israel y el rechazo a la campaña BDS por parte de este tipo de organizaciones favorece su financiación por parte de fondos europeos y estadounidenses. Su financiación resulta menos arriesgada que la de las organizaciones palestinas, acusadas por Israel de antisemitismo y apoyo al terrorismo.