Tiempo atrás, nuestros sistemas de protección social se organizaban a nivel nacional y, si bien en países en desarrollo nunca se habían llevado a cabo por completo, antes y después de los programas de ajustes estructurales de la década de los 80, todos contaban con protección social. En la actualidad, estos programas se enfrentan con dos problemas mayores: en primer lugar, el fin del modelo del fordismo y los cambios significativos en las economías, sociedades y mercados laborales; en segundo lugar, la globalización con movimientos libres de capitales, mercaderías y servicios, y en mucho menor grado de personas. Aun así, la gente se muda y observa las corrientes importantes de emigrantes y refugiados.
Pero los derechos económicos y sociales están bajo amenaza a causa de la dimensión global de los movimientos de personas y debido a que las instituciones financieras primero presentaron programas de reducción de pobreza, totalmente compatibles con el neoliberalismo, y ahora la protección social está exclusivamente destinada a mejorar el sistema económico.
En estos momentos, se ofrecen solo tres soluciones: estas propuestas sociales de organismos internacionales limitadas y orientadas a economizar, el modelo de ingresos básico universal que proporciona una cantidad de dinero igual para todos, sin importar ricos y pobres, y la iniciativa social colectiva, un acercamiento participativo y democrático a los derechos económicos y sociales.
La izquierda se muestra reticente a discutir estas ideas.
¿Qué podemos hacer para, primero, promover los debates sobre el futuro de la protección social y para evitar soluciones que sean compatibles con el neoliberalismo y, segundo, ¿cómo promover la justicia social en un mundo globalizado?
Francine Mestrum