Sin alma ni memoria, Europa es incapaz de ver la similitud entre las imágenes de muerte y destrucción durante el levantamiento desesperado de los judíos en el gueto de Varsovia el 19 de abril de 1943 y las imágenes que vemos hoy de la Franja de Gaza. Y el destino que Europa (y también Estados Unidos, Japón y sus aliados) legitima para los considerados infrahumanos es el mismo: en Varsovia, fue la deportación a campos de concentración y crematorios; en Gaza, es la Franja de Gaza reducida a un estado de ruinas, una tierra quemada, vaciada de sus palestinos. Sin ningún lugar al que ir, ni por tierra ni por mar, el destino de los habitantes de Gaza es el mismo: la muerte. En última instancia, esta política brutal está legitimada por lo que he llamado la línea abisal, la línea que ha separado a los seres humanos de pleno derecho de los considerados infrahumanos desde el comienzo de la expansión colonial. No es casualidad que oigamos a los funcionarios israelíes hablar de los palestinos como animales.
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